Pececito islero






Ya tengo recorridas las ausencias con su ir y venir, sus cambalaches, sus viejas intenciones y sus antiguas luces apagadas de adioses y de promesas falsas. No creo ya en románticos libelos ni en panfletos que arden. Mi experiencia de amor fue toda pánico y quedó así, casi hecha un ataque a flor de piel y a flor de inteligencia. Quizás sean los años en los que conviví con la desgracia, los que me ha transformado en esta Hormiga Atómica, atónita de a ratos frente al fragor vital que se vislumbra más allá del témpano. Como una semillita de jengibre, algunas penas curo porque tanto vivir no ha sido en vano y tengo una raíz benefactora para el dolor de grito, o cuando el llanto duele hasta las lágrimas. Me gustan los veranos de retoño profundo, que devuelvan carisma verde al polvo de los días porque los días pasan como un viento de agosto que no sabe aferrarse a la fortuna. He dejado el invierno para luego cuando ya sea tarde en la sonrisa.

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