Me gustaba tu idioma.
Era un idioma ágil de “al pan pan”
sin divagues de ausencia cuando hablabas.
Leía a alguien real, de carne y hueso.
Leía a alguien sencillo de entender.
Leía a alguien,
no a una figuración, no a un espejismo.
Alguien
que se hacía preguntas
y yo me preguntaba
si quien iba a tu lado
no te explicaba lo que preguntabas
o si conocías las respuestas
y preguntabas para divertirte.
Me inclino a pensar en lo segundo.
Las diversiones no tienen forma fija
y cada uno adopta la que va con su estampa.
Luego de divertido, se retira
como dejando el circo
en que su mano desapareció magos,
mató a los trapecistas,
y robó los payasos desteñidos.
Quizás te hizo sentir feliz el disparate
tal como aconteció
y apenas eso buscabas en mi mundo.
Pero mi mundo
está lleno de gente como yo
que cree que en lo bueno esta la cura
y que en lo solidario, la respuesta.
Y que se puede hacer algo mejor
si acercamos las manos a aquel que nos las pide.
Esa es realidad en la que vivo.
Por si no lo sabías
te lo cuento