Silencio a paso lento

Del contrapunto en romances: Silencio a paso lento, con las poetas Isabel Reyes Elena y Rosario Alonso.

El silencio se ha trepado
hasta mi boca risueña
como una hiedra difusa
que escala una estatua ciega
y le amordaza de verde
sus mudos labios de piedra.

Las horas de cascabeles
se vuelven campanas lentas
que tocan a muerto un día
y otro día en esta iglesia,
deshabitada y oscura,
los ángeles de tiniebla.

El silencio avanza incólume
por la nave, y su aspereza
rasga el vitral de mis sueños
con palomas descompuestas
mientras mis labios que callan
desmenuzan el poema.

Me apoyo en el sol a veces
como una rutina vieja
y desde mi gruta veo
que crece la primavera
en otros aires con pájaros
y en la claridad externa,
pero yo estoy aquí adentro
de mi misma, muda y ciega.

Me he callado tanto tiempo
que mi lengua yace lerda
y yo he perdido las ganas
de la lírica y la épica.

Disculpen este discurso
tremendista, compañeras.

Quizás es mejor callarse
esta traducción de penas
que cada cual con la suya
tiene la espalda cubierta.

De la mano del silencio
ya mi boca se repliega.