No voy a repatriarme a este extranjero
en que nadie me visa el pasaporte
ni voy a establecer la competencia
de quién tiene más puertos en sus mapas
de atar barcos hundidos.
El otoño descansa su cabeza de Adonis
en el regazo tibio de la vida
y junio empieza como un mes sin hojas
a mostrarse en los pájaros migrantes.
Yo permanezco, porque he permanecido,
obviada por la Ley de Extranjería,
siempre mojada y calma y cosechera
cuando todos exigen vacaciones
y se van sin firmar que se retiran
y regresan para volver a irse al día siguiente.
Hice hasta donde pude hacer sin pan.
Y hoy entendí qué pasa:
Tengo hambre.