Historia en la boca de los sueños







Si no hubieras escrito

tanta aclaración a posteriori de tu tremendo impulso
habrías presenciado un nuevo choque cósmico

(porque yo
te había preparado una sorpresa,
guerrero de Elder Scrolls).

Recuérdame como la vez primera en que me viste...

era joven y azul y una hechicera
que dormía en un lago
y tú 
eras un ímpetu que olía a todos los mares del planeta.

Vivíamos en cuevas con diamantes y pequeños dragones
y al apretar los ojos
conseguíamos que nos crecieran alas en los pies
y nacieran estrellas de las frentes.

Al fin es lo que somos, dos viajeros 
que recorren el tiempo en un ir y venir 
de sombra y luz,
de vibración oculta e infinita,
un mundo inmaterial hecho con largas olas silenciosas
que van y van entre las edades de un único universo

con todos sus universos invencibles .

No sé qué extraña pócima obtuviste
trasegando los árboles del pan,
o a quién robaste todas las liturgias que no aprendió Cupido en tanto tiempo,

pero el sol en tu nombre resucita,
se levanta lo mismo que un escudo
y encadena la vida y el misterio al diario renacer.

Te tenía un regalo y te lo doy (antes de Elder Scrolls ya lo tenía,
mi extraño prisionero irrepetible).
Es como si te soñara cuando leo...

No me voy a morir.
Yo también, COMO VOS
soy un buen sueño.

Estado primitivo

Quiero ser esa Eva de tu boca. Nadie me llama Eva
y voy perdiendo mi condición eval y me transformo
en algo descarnado y arremetido por el efecto Tyndal.

Si te llamo Sicario debajo de la luna, debes llamarme Eva,

porque ese nombre se multiplica pleno entre tus labios
y alza a una mujer.

¡Qué maravilla un hombre cuando te nombra Eva!

Ya te conté desdichas que no me hacen ser frágil
y te conté de mi afición extrema por la caza
de cosas que alimenten a mi cría.

Yo soy la que trae los conejos
y la que los cocina
y la que después lava los platos.

Pero Eva en tu boca es otra Eva.
Una Eva ilusión, hecha con danzas y sueños y poemas.
Es la Eva que no se me permite
más que estando en tu boca...

Una estrella sin rumbo
que cae, profunda, en tu bebida
iluminando hielos aprendices
de estrellas que se acaban para siempre

Saxo tenor







Dentro del mundo de las confesiones
lo veo divagar frente a la luna, de tres cuartos perfil.
Hay en sus ojos
una nota que ocurre en el espacio,
troquelada
sobre un fondo de niebla en un tugurio
que huele a mal alcohol y a mal tabaco y dibuja dolor.

Sicario, en una mesa, tiene las manos amplias y no correspondidas
y esos ojos de humo que ostentan los que matan
amantes,
con los sueños.

Siempre piensa en morir sencillamente
lo mismo con que sueña el antihéroe de la novela negra
cansado de las bocas y el desgano
y ese arduo vivir entre los mundos secos y el otoño.

Sicario puede
tatuar con su daga de copa de cristal
un la infinito
en el arisco pecho de la noche,
y ponerlo a vibrar mientras se arde veloz como una fusa.

Pero no graba eso.

La noche tiene un corazón oculto igual que un niño oculto
y Sicario prefiere
dibujar una clave de sol sobre su vientre
con su saxo tenor.



(Sicario - Contrapunto con Jonh Madison)