Fallecimiento de los espejismos



Me siento un espejismo que demora su desaparición de tus pupilas. Se queda ahí, temblando, hecho de aire, fabricante de juegos de vapor, inexistente para la realidad, vivo en tus ojos. Un espejismo de ríos faraónicos que habitan en iglesias sin dioses, todavía, que se trajinen la fe de sus conversos a golpes de amapola. Un espejismo en el que nunca llueve y que murió de canto como un modesto silencio de corchea. Y allí estás vos, danzando como un fauno, encabritando sílfides al son del caramillo como un flautista de Hamelin sin su flauta, que talla en el azúcar dulces casitas dulces donde mudar abejas. Mi espejismo te mira desde el polvo, victorioso en tu jungla de mil sacerdotisas que han aprendido el sí. Estamos pobres, diosa… me dice mi espejismo y no hay Blokium que alcance para alzar la piroutte. Necrosis trocantérica destruye bailarina. Todo el mundo lo sabe… Mi espejismo, despacio, nos diluye, a mí y a él que ya no es espejismo mientras amaina el viento sobre el viento.




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