Paisaje con laguna

 



Nada va a devolverme 

ni la laguna rota por la luna de octubre

ni la pluma de cisne para escribir el agua.


Nada va a devolverme

el rizo fantasmal del espejismo

sobre un camino claroscuro y árido

como un hábil recuerdo del corazón que fue.


Le propongo distancia a los silencios.


Una distancia fuera de rituales,

lejos de los excesos de las rosas,

cercada de lavandas,

ardida de romeros.


Ahí, nada puede llegar a devolverme

las frecuencias del antes

donde el jolgorio de las mariposas

era una fe de vida

o era una fe debida.


La luz dispersa la credulidad,

ilumina con sombras repentinas y calmas

lo que se apaga del deslumbramiento


y deja apenas un claror difuso

un claror desmembrado

como algún buen recuerdo que termina

travestido de olvido.


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