Quiero ser esa Eva de tu boca. Nadie me llama Eva
y voy perdiendo mi condición eval y me transformo
en algo descarnado y arremetido por el efecto Tyndal.
Si te llamo Sicario debajo de la luna, debes llamarme
Eva,
porque ese nombre se multiplica pleno entre tus labios
y alza a una mujer.
¡Qué maravilla un hombre cuando te nombra Eva!
Ya te conté desdichas que no me hacen ser frágil
y te conté de mi afición extrema por la caza
de cosas que alimenten a mi cría.
Yo soy la que trae los conejos
y la que los cocina
y la que después lava los platos.
Pero Eva en tu boca es otra Eva.
Una Eva ilusión, hecha con danzas y sueños y poemas.
Es la Eva que no se me permite
más que estando en tu boca...
Una estrella sin rumbo
que cae, profunda, en tu bebida
iluminando hielos aprendices
de estrellas que se acaban para siempre
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