Saxo tenor







Dentro del mundo de las confesiones
lo veo divagar frente a la luna, de tres cuartos perfil.
Hay en sus ojos
una nota que ocurre en el espacio,
troquelada
sobre un fondo de niebla en un tugurio
que huele a mal alcohol y a mal tabaco y dibuja dolor.

Sicario, en una mesa, tiene las manos amplias y no correspondidas
y esos ojos de humo que ostentan los que matan
amantes,
con los sueños.

Siempre piensa en morir sencillamente
lo mismo con que sueña el antihéroe de la novela negra
cansado de las bocas y el desgano
y ese arduo vivir entre los mundos secos y el otoño.

Sicario puede
tatuar con su daga de copa de cristal
un la infinito
en el arisco pecho de la noche,
y ponerlo a vibrar mientras se arde veloz como una fusa.

Pero no graba eso.

La noche tiene un corazón oculto igual que un niño oculto
y Sicario prefiere
dibujar una clave de sol sobre su vientre
con su saxo tenor.



(Sicario - Contrapunto con Jonh Madison)

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