Mi mundo siempre tuvo mucho de papel más allá de su fragilidad.
Había muchos libros en mi mundo.
Grandes bibliotecas había en mi mundo, que tapizaban las paredes y la forma de ser.
Alguien que tiene tantos, tantos libros, no es como los otros.
Luego, estaban las bibliotecas públicas. Y mi padre con ellas. Era un hombre/ángel diseñado para habitar entre los libros.
En Córdoba, también, toda una habitación era una biblioteca.
En las dos casas, los estantes no daban abasto para sostener tanta afición por el conocimiento y los libros que no encontraban mundo, quedaban apilados en la mesa, en el escritorio, en las sillas o en el suelo.
La geografía montañosa de mi vida, estuvo hecha de sierras y de libros.
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