En la orilla del soplo está tu nombre
marcado como un tajo de tu ráfaga
hombre sin piel ni voz
que sin embargo ocupa los sonidos
y me embaraza el tacto con jazmines.
Ay...ese duro sicario de corazón de bourbon
y ojos tenebrosos de apagones
que ocultan a Manhattan en un cuento.
Ese Sicario
del que el amor escapa malherido de amor
mientras escucha
que su verdugo canta en la penumbra
y le sigue los pasos
a través de las lágrimas.
Ese Sicario, el mundo en masculino,
una fuerza de tribus con tambores
como una fuerza oscura,
una fuerza natural que nace
oceánica y terrestre
lo mismo que un planeta o un sollozo.
Quiero encontrarte en la boca del trueno,
en la quebrada vibración del rayo,
en cada color rojo,
en el silencio al borde de las siestas,
y en mi pequeño esqueletito
que se ha olvidado de las capitanías.
Tu voz que multiplica confluencias
trae el amor en balsa
y por mis rápidos ríos de deshielo
hace rafting
mientras doma los miedos de mi boca.
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