Islera


La isla está tranquila.

Suave como un crepúsculo sin viento
curvada como un ala en aire cálido
la isla está tranquila.

Se ha llevado hacia sí las caracolas
y las guarda para un después sin velas,
todo pájaros
que migren hacia adentro.

La isla está tranquila con sus árboles
de pan y de manzana,
con sus besos de piedra salitrosa
en el fondo lunar de su escollera.

La isla ha dibujado un litoral sin hambre
donde los peces duermen
y desde lo profundo de sus selvas
no acumula tambores de batalla al oído del mar.

La isla es una noche con estrellas prolíficas,
cálida y amplia, plácida y sonora
con el cuerpo extendido al universo
y las manos abiertas.
Se han apagado todas sus fogatas.

Sobre su vientre regresó la luna.


4 comentarios:

  1. Gracias, Antonio. Me alegra saber que te gustó.

    Besooooooootes

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  2. "Sobre su vientre regresó la luna"


    La isla disipada, ya no está:
    transparencias de luz

    y vos, la ilusionista de su aurora
    extendiendo los mares.


    (Tal vez la isla y tú sean la misma luna...)



    Es tan reprecioso...


    Un beso

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  3. Ay, Manu, que romántico.

    Graaaaaaaaaacias, hermoso.

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