El latido se queja debajo de tu boca
y soy un caracol
un mundo ámbar que encontró tu mano
en ese mar tan tuyo
donde nada el otoño.
Aquí, en este interior mío
a veces primaveral y a veces agua
todo es un estallido de lapachos
un rosado profundo de atardecer marítimo
una primera encañazón de avena.
¿Estaré renaciendo carta a carta?
Me miro en cada pájaro
y soy una corriente
que sube hasta tus ojos
fragancia de septiembre
una alucinación de minerales me transforma en gaviota
o en arena
si tus ojos me arman sobre el aire
y tanteo tu pecho
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