Yo me atajo tus furias con palomas
mientras busco el paraguas
uno de Mary Poppins
que tengo reservado a la ocasión
en que me lluevan ángeles de besos.
Y te veo caer
-por un agujerito del paraguas-
desde tu cielo intrépido de hombre
montado en una vid
comandando el diluvio de tu boca de sed
sobre mi pelo.
Venís a medio desnudar los rayos
que te van aromando ozono en los bolsillos
de tu piel de planeta.
Tan amplio como el lujo de la vida
tan desmadrado como un Paraná torpe
que sube como mar por las barrancas
tan femeninas ellas, recostadas y explícitas
y él
tan masculino que se las bebe
hasta dejarlas dóciles y lacias.
Algo así es tu tumulto caribeño
untado de mojito y de canela
cuando se me acaballa en los sentidos.
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