Se desajusta el sur sobre mi boca
y un vendaval de nadies se despliega.
Por la cara me llueve un ala rota
pedazo por pedazo. Se despega
la corteza del árbol de mi vida
cayéndose de sangre y de tormenta
y pedrean montañas mi guarida.
Se me cae la piel de la osamenta
que blanquearán los soles del diluvio
en esta soledad enmarañada.
Como a loba preñada
que mastica los jugos, mal efluvio
le ha roto la compuerta
y yo he parido otra camada muerta.
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